LO QUE
LA GLOBALIZACION NO ES.
La Globalización es un proceso historico que
puede significar muchas cosas. Decir que vivimos en una era de globalización
equivale a decir que casi todas las sociedades están actualmente
industrializadas o embarcadas en el
proceso de industrialización.
La globalización implica, tambien, que casi
todas las economías están conectadas con otras economías en el mundo.
No requiere que la vida económica esté
integrada de la misma manera y con la misma intensidad en todo el mundo.
“La
globalización no es una condición singular, un
proceso lineal o un punto final en el proceso de cambio social”.
Las sociedades
socialistas y tradicionales que en el pasado se mantenían fuera del mercado
mundial ya no pueden hacerlo.
En otro sentido, el
término globalización, alude a los cambios culturales que tienen lugar cuando
las sociedades pasan a estar vinculadas a los mercados mundiales y a depender
de ellos en diversas medidas. El advenimiento de las modernas tecnologías de la
información y la comunicación han hecho que la vida cultural este mucho más
influenciada que nunca.
“la globalización puede definirse como la intensificación de las
relaciones sociales mundiales que vinculan realidades distantes de tal manera
que los acontecimientos locales están moderados por hechos que surgen a
muchísimos kilómetros de distancia”
Asi, los precios
locales dependen cada vez menos de la situación local y nacional y fluctúan
junto a los precios del mercado global.
Los productos que venden las multinacionales
se identifican cada vez menos con un país en particular y más con una marca
mundial.
La globalización suele equipararse con una tendencia
hacia la homogeneidad, lo cual no es asi. Los mercados globales en los que el
capital y la producción se mueven libremente a través de las fronteras
funcionan precisamente debido a la diferencia entre localidades, naciones y
regiones. Los mercados globales prosperan gracias a las diferencias entre las
distintas economías e imponen una modernización forzosa a las economías de todo
el mundo.
Las empresas de
comunicación que modifican sus productos según las necesidades de diferentes
culturas pueden albergar esperanzas razonables de seguir siendo globales.
1. La globalización
antes de 1914 y en la actualidad
El mundo antes de
1914 se asemejaba a un mercado global. Eran pocas las fronteras realmente
importantes. El dinero, las mercaderías y las personas circulaban libremente.
Las bases tecnológicas del mercado global del siglo XIX eran los cables
telegráficos intercontinentales y los barcos a vapor de la segunda mitad del
siglo.
En esta época, los estados-Nación
soberanos estaban tan eficazmente constreñidos en relación a las políticas
económicas que podían llevar a cabo por el patrón oro entonces en vigor como lo
están ahora por la movilidad del capital.
Poca duda cabe de
que, al menos desde la década de los 80, la proporción entre el primer comercio
mundial y el producto nacional bruto ha sido mayor que la que nunca hubo en la
economía internacional abierta que existió antes en la primera guerra mundial.
“el volumen diario de transformaciones en los mercados de cambio
internacionales del mundo suma alrededor de novecientos mil millones de
dólares”.
La economía virtual
es un fenómeno desconocido en la historia económica mundial. Nada semejante
existía antes de 1914.
El crecimiento y
poder de las empresas multinacionales son enormes; controlan alrededor de una
tercera parte de la producción mundial y dos terceras partes del comercio
mundial. Las multinacionales son capaces de dividir el proceso de producción en
operaciones discretas y situarlas en diferentes países del mundo; son menos
dependientes que nunca de las condiciones internas de los países; pueden elegir
los países cuyos mercados de trabajo, impuestos y regimenes regulatorios e
infraestructura les sean mas convenientes; la promesa de inversión interna
directa y la amenaza de su retirada tienen una influencia significativa en las
opciones políticas de los gobiernos nacionales; en la actualidad, las empresas
pueden poner limites a las políticas de los Estados y hay pocos procedentes
históricos de un poder privado semejante.
Algunos consideran
que las multinacionales constituyen una especie de gobierno invisible que
reemplaza al Estado-Nación en muchas de sus funciones, pero en realidad, suelen
ser organizaciones muy débiles y amorfas.
2. escepticismo ante la globalización.
Nadie, excepto unos
pocos utopistas de la comunidad de los negocios, espera realmente que el mundo
se convierta en un verdadero mercado único del que los Estados-Naciones
desaparezcan para ser reemplazados por empresas multinacionales derraizadas. Su
papel es el de mantener la ilusión de la inevitabilidad de un libre mercado
mundial.
“A finales del siglo XIX, surgió un sistema comercial global, pero era
menos extenso que la actual y normalmente estaba menos imbricado en los mercados
y la producción nacional”
Una diferencia
fundamental entre la economía internacional de la actualidad y la de antes de
1914 es que el poder y la influencia están abandonando a las potencias
occidentales.
“A medida que los mercados se vuelven verdaderamente
globales, el sistema internacional se hace autónomo y socialmente desimbricado.
Las políticas internas, ya sea las de la corporaciones privadas o las de los
reguladores públicos, se ven obligadas a tener siempre en cuenta los
determinantes predominantemente internacionales de su esfera de operaciones”
3. Hiperglobalización: una utopía empresarial
A medida que los
poderes de los estados soberanos se desvanecen, los de las multinacionales
crecen.
Las teorias de la
hiperglobalización presentan unos mercados globales en los que tiene lugar algo
parecido a la competencia perfecta. Según esta concepción ilusoria, las
empresas transnacionales pueden moverse libremente y sin costes alrededor del
mundo para maximizar sus beneficios, las diferencias culturales han perdido
todo impulso político sobre gobiernos y empresas, y, como en los mercados
perfectamente competitivos de la teoría económica, se considera que los
participantes de este modelo de la economía global disponen de toda información
que se necesita para tomar sus decisiones.
La imagen de un mundo
sin fronteras gobernado por transnacionales sin hogar es una utopía
empresarial, no una descripción de una realidad presente o futura.
La mayoria de las
compañías multinacionales mantienen fuertes raíces en determinados países y
culturas empresariales; la propiedad, los concejos ejecutivos, los estilos de
gestión y las culturas comerciales siguen siendo fundamentalmente nacionales.
Los estados soberanos
siguen siendo el terreno clave para la búsqueda de influencia por parte de las
empresas multinacionales.
Poca duda cabe que el
Tratado de Libre Comercio (TLC) se
impulso a pesar de la oposición política interna en Estados Unidos debido sobre todo a las bien organizadas
actividades de los grupos de interés de las grandes multinacionales
estadounidense.
La realidad del
mercado mundial de finales del siglo XX es que ni los Estados soberanos ni las
empresas multinacionales pueden controlarlo.
4. Globalización y capitalismo desordenado.
El capitalismo actual
es muy diferente del de las fases anteriores de desarrollo económico sobre el
que Karl Marx y Max Weber modelaron sus descripciones, asi como de los
capitalismos gestionados estables del periodo de posguerra.
Ha tenido lugar una
transformación a gran escala, pasándose de formas de organización del trabajo “taylorista”-
producción en masa mediante trabajo
asalariado situado en fábricas- a mercados de trabajo flexible.
Junto a estos cambios
ha tenido lugar un colapso de las negociaciones colectivas nacionales y una
importante disminución de las influencias de los sindicatos sobre el proceso de
producción.
Las ideologías que
articulaban la vida política en el periodo de posguerra son obsoletas.
En la actualidad, la
organización social del trabajo esta en una situación de flujo casi continuo,
con interesantes mutaciones bajo el impacto de la innovación tecnológica y de
la competición del mercado desregulado.
Los efectos de las
nuevas tecnologías de la información no se reducen a una escasez cada vez mayor de muchos tipos de puestos de
trabajo menos especializados o que requieren menos conocimientos sino que
incluyen la total desaparición de profesiones enteras.
El libre mercado
parece dispuesto a lograr lo que el socialismo nunca pudo conseguir: la
eutanasia de la vida burguesa.
El aumento de los
contratos temporales tiende a reducir a un pequeño grupo la fuerza de trabajo
permanente de las compañías tardomodernas.
En todas partes del
mundo las empresas se están descargando de los costes sociales de los empleados
que les quedan.
El debilitamiento de
las compañías como instituciones
sociales va en paralelo al proceso de mercantilización del trabajo, que
se ha convertido en un producto que se vende por pieza a las corporaciones.
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